Todo lo que necesitas saber sobre una banda clave para entender la música de las últimas cinco décadas en Estados Unidos
Llevo tiempo evitando el reto con el que me pincha Chema para juntar cuatro letras sobre una de las bandas más icónicas del mundo y de la que apenas hemos escuchado hablar en España.
Es más, el género de música al que hoy se la adscribe no lo conocíamos nadie hace 30 años y aún hoy en día nos resulta artificial.
Estamos hablando de Journey, palabras mayores en la santísima trinidad del hard rock americano, príncipes de las giras coast to coast sólo superados por sus excelsas majestades los Kiss.
Éste es uno de esos grupos cuya creatividad, su magia, imaginación y acierto al leer los gustos del público les ha traído desde los años 70 hasta estos 20 del siglo XXI en los que aún siguen siendo exóticos en España.
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Mucho más que Don’t stop believing
Journey son muchísimo más que su mítico Don’t stop believing, pero esa canción les eleva al Olimpo de los récords y los coloca como la banda de hard rock más apreciada de Estados Unidos.

Cabe señalar que mientras en Europa el rock se endurecía camino de bandas míticas como Scorpions o Motorhead, en Estados Unidos el hard rock nunca ha dejado de ser un género pujante. Incluso ahora que se le denomina AOR (Adult oriented Rock).
Nota: Si no sabes lo que es el AOR, escucha las bandas sonoras de tus películas favoritas de los 80 y 90 y reconocerás el sonido AOR a la perfección.
Nadie, nunca llegó al nivel de Journey en esta evolución del hard rock que prácticamente inventaron ellos muy a principios de los años 80.
Venían de su propia versión del rock progresivo, un sendero que abandonaron gracias a la llegada al grupo de Steve Perry, la mejor voz del rock americano de todos los tiempos.
Sí, mejor que Johnny Cash, porque el pobre vaquero se movió más en el country rock en sus momentos más movidos.
Journey deja atrás su gran reputación como instrumentistas y, en una pirueta que honra a Neil Schon -su guitarrista-, da entrada a savia nueva al grupo.
Perry abre un mundo nuevo.
Éxito tras éxito
Los éxitos comienzan a acumularse mientras el mundo gira y cambia. Mother, father, sister fue un éxito absoluto. Wheel in the Sky se convertiría en un clásico, pero lo mejor estaba por llegar.

A la brillantez vocal, la personalidad y el poderío sobre el escenario de Steve Perry se le va a unir la capacidad creadora de Jonathan Cain a los teclados.
La estructura tradicional de la banda de rock cambia y Schon, excelso guitarrista mano a mano con Carlos Santana en sus inicios, comparte el protagonismo con las nuevas sintonías de hard rock melódico ideadas por Cain y Perry.
En estas llega Separate ways, que por sí sola vale como iniciadora de distintos géneros musicales y para mi gusto es el epítome del AOR norteamericano, si es que hay AOR que no sea norteamericano.
Los jóvenes de los 80 consumimos estas píldoras del rock que nos llegaban en los programas de radio, en aquel coast to coast que Los 40 echaban los sábados por la tarde con Casey Cason.
Escape, el álbum de referencia
Y en estas que llega 1981, que es el año en el que se edita Escape, el álbum cumbre de la discografía de Journey hasta la fecha. Vendieron 10 millones de copias en todo el mundo y sigue sumando porque no ha dejado de reeditarse.

Acumula cuatro temas en el Top 100 de Billboard.
Dentro de ese super exitoso disco, rápidamente, en apenas un par de semanas número 1 en América, destaca sobre manera el tema Don’t stop believing, uno de los temas más míticos y queridos de la cultura popular americana de los últimos 40 años.
Se dice que Don’t stop believing es la canción más radiada de América, que casi a cada minuto del día suena en alguna emisora.
Al parecer es el tema digital mejor vendido del siglo XX, con más de 7 millones de copias colocadas en los Estados Unidos.
Dentro de su leyenda se incluye su papel principal en el enigmático final de la mítica serie de TV Los Soprano.
Es la canción que Tony Soprano pincha en una jukebox en la última escena de la serie, tan enigmática como enervante para los aficionados a la serie, que nos quedamos en un mar de dudas sobre su final.
El tema es ligero pero pegadizo y cobra valor por la excelente interpretación de Steve Perry.
El concierto de Boston
En la grabación en vivo del concierto de Houston, mucho más vibrante e intensa que la realizada en estudio, se aprecia como, tras interpretar otros temas sin ahorrar un milímetro de entrega vocal, Perry realiza la mejor versión de este tema de cuantas grabó.
Al menos para mi gusto.
De hecho, guardo como oro en paño copia en vídeo y CD de ese concierto en Houston (Texas) de la gira Escape de Journey de aquel año 1981.
Posiblemente sea la mejor actuación de todos los tiempos de un vocalista al frente de una banda de rock.
Se encuentra fácilmente en Youtube y se reconoce rápido a Steve Perry con una curiosa camiseta amarilla.
¡Impresionante!

Amplitud de registros
Escuchar los registros de Perry en cada toma, la facilidad con la que intercambiaba las variaciones de su línea y los problemas de otros intérpretes con su frase musical dan una idea de su poderío como vocalista.
Guardo también una grabación del mayor éxito musical de aquellos años en América, que fue el tema y álbum We are the world, con todas las estrellas del firmamento musical americano y la bienintencionada idea de hacer mella en la pobreza y la hambruna en África.
Pocos se cuentan en la historia del género con una voz tan melódica, tan clara y con tanta amplitud de registros. Se hablaba de que Axl Rose tenía la mayor amplitud vocal, pero seguramente esa comparación se hizo después de la retirada voluntaria de Perry de los escenarios.
Pero esa es otra historia.
Heavy europeo y hard rock americano
Lógicamente a los reacios a la cultura y la música de los States este grupo, Journey, y su música les dejarán fríos y es verdad que, en Europa, y especialmente en España, hay mucha más querencia por el heavy alemán o británico que por el hard rock americano.
Sólo Guns N’ Roses, Bon Jovi y hasta cierto punto Aerosmith (por no entrar en bandas como Van Halen, Alice Cooper, Whitesnake) tuvieron cierto éxito con el que competir contra Iron Maiden, Scorpions, Megadeth o Judas Priest.
Bien es cierto que se trata de sonidos diferentes, pero en la guerra de las camisetas más chulas la música queda a un lado.
Ojo, nótese que deliberadamente dejo al margen a Kiss, los más grandes.
Aquellos con los que empezó todo y todo lo cambiaron.
O a Metallica, un género en sí mismos.
Los nuevos reclamos
Hoy, el hard rock americano anda vitaminado y crea nuevos estilos de música que a ratos son heavys puros o pinchan en el dark country, lo mismo que en el groove metal.
Son géneros que en Europa gustan pero no trascienden y en cambio, a mí, me gustan cada vez más.
Bandas como Five Finger Death Punch (5FDP) o Disturbed, hoy en día entre mis preferidas, abren una brecha en la corriente más thrash o death metal del norte de Europa y se ganan seguidores por miles en España picando desde el groove al metal clásico pero siempre con buenas vocales y mucha, mucha fuerza.
Los 5FDP volverán pronto por España donde ya han empezado a triunfar y mientras se anuncia nueva gira de Journey, que quitando los años que estuvo esperando al filipino Arnel Pineda para que resucitase prodigiosamente su esencia no han dejado de girar por Estados Unidos y medio mundo.
Quien sabe si, en algún momento, los veremos en España o en Castilla y León.
Gracias, Chema.
Sobre el autor

Más allá de cargos y etiquetas, Ricardo García Ureta es un apasionado melómano, y uno de los mayores fans y conocedores de Journey en nuestro país. Como has podido ver en este artículo, defensor a ultranza de una formación que, como acertadamente comenta, agitó el árbol en los Estados Unidos, pero es cierto que no ha tenido aquí el cartel que en otros países de nuestro entorno.
Ricardo es director de El Correo de Burgos-El Mundo desde marzo de 2014. En ese periódico lleva trabajando desde el año 2000. Podríamos definirlo, tal como él se refiere a algunos de los temas de la banda de San Francisco, como un clásico en el Periodismo burgalés.
Un tipo con buena conversación, que gana en las distancias cortas -como rezaba el claim de aquel anuncio ochentero de la colonia Brummel-, afable, bondadoso y… cumplidor.
Este artículo así lo atestigua.
Licenciado en Periodismo por la UPV, ha hecho, como mandan los cánones, radio, prensa y televisión, desde hace más de tres décadas. ¡Y las que quedan!
¡Larga vida a Ricardo!
Muchas gracias, amigo.