Un show musical, a la altura de la estrella mundial, pero pésimamente organizado y que pone de manifiesto la hipocresía de algunos entre las nuevas generaciones
Hoy te acercamos la crítica del concierto de Harry Styles en el recinto Mad Cool de Madrid del 14 de julio de 2023.
El crecimiento como estrella de Harry Styles se ha puesto de manifiesto en los últimos años, en particular tras el lanzamiento de su espectacular disco, el segundo de los tres que ha lanzado hasta la fecha, Fine Line, algo que se ha asentado de una manera absolutamente rotunda con su gira Love on Tour, que sirve para presentar en escena el tercer LP del artista, Harry’s house, durante 2022 y 2023.
Un tour que le confirma en el estrellato mundial mainstream y le ha permitido aterrizar en medio occidente y comprobar el poder de su música. Para adultos y seguidores que arrastra de su vida anterior.

En ese camino ha ayudado mucho la banda que acompaña al artista, que no decepcionó -en absoluto- en el campo madrileño.
Esos actores secundarios, con una instrumentación soberbia, que permiten aportar cuerpo a una excelente actuación fueron el complemento vitamínico perfecto para una noche de entrega, oficio y mucha conversación de Styles con su público.
Yo no escuché sonido enlatado, frente a lo que apunta alguna crítica. Ni mucho menos.
La friolera de 65.000 asistentes a un espacio que necesita algún replanteamiento, como veremos al final de este texto.
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Harry’s house como columna vertebral
Que el cantante ha sabido llevar adecuadamente su carrera creo que queda fuera de toda duda. Que tiene personalidad, también.
Elige canciones, quién le ayuda, las películas que va a hacer, qué ropa se pone… Ha sido capaz de crear una estética propia, que no siempre es fácil de lograr…
Harry Styles lució un modelito brillante, a modo de rayas rosas flúor y verdes, que permitían tapar algunos de sus múltiples tatuajes.

Unos trapitos que no están al alcance de muchos, por su factura, pero sobre todo por la fisionomía cuidada y esmerada que luce el ex–One Direction. No le falta estilo…
El concierto arrancó 23 minutos después del horario previsto, a las 22,08 horas, con Daydreaming, la primera de muchas canciones incluidas en Harry’s house, su último trabajo de estudio, repasadas en la noche chulapa. Ese álbum es la columna vertebral de la setlist de este tour.
Buenas noches, chulapes… apuntaba el cantante, aludiendo al castizo apodo de los madrileños, absolutamente entregados, como los que llegamos desde más allá de los límites del kilómetro 0.
Estética setentera
Pero antes de arrancar con la batería de solventes temas, tejidos con una excelente instrumentación a cargo de su banda, pudimos acercarnos a la intro de la gira, que nos devuelve a la estética de los 60 y los 70, que recogían series como Bewitched, y que casa de una manera rotunda, como digo, con esa medidísima imagen del cantante, pero también de muchos de los fans que acudieron hasta Villaverde, al espacio Madcool.
El público, entregado, por lo general; el artista, también. El carisma es lo que tiene, que mueve montañas.

Pero, antes… antes una buena parte de los asistentes esperamos a que los últimos de la fila pudieran situarse, al menos, al final del recinto -yo vi el show a unos 350 metros de distancia, en la parte del back; no me imagino cómo se vería al final del todo…-. Y lo hicimos cantando a Travis (Why does it always rain on me), a Queen (Bohemian Rhapsody) -con todo el personal, casi a coro- o a Julio Iglesias, con su Me olvidé de vivir.
Cosas veredes.

Venga, sí, hubo algo más antes: Wet Leg fueron los teloneros de Harry Styles, un grupo absolutamente solvente, que se está haciendo un merecido hueco en el circuito indie mundial, y que llevó al escenario algunos de sus hits, como Wet dream, o el colosal Chaise Longue.
Front y back
Al fondo, detrás del escenario, dividido en dos pantallas enormes con aristas, que bordeaban a una triangular y céntrica trasera, el estadio del Getafe, los camiones trailers que mueven todo el “edificio” -como dijo el artista– sobre el que se monta el escenario de la gira de Harry Styles. El artista no escatima en esfuerzos, quiere llevar al límite ese lema que ha hecho famoso a lo largo de los últimos años, y que busca integrar corazones y sentimientos: Treat people with kindness, trata a la gente con amabilidad. Es uno de los temas más coreados por los asistentes.
Todo un alegato de defensa de la diversidad, y que le permite acoger la primera bandera que luce sobre la tarima.

La bandera arcoíris ondea, de la mano del protagonista del cartel, quien también luce un collar de plumas.
Sobre el césped artificial, mucho sombrero cowboy, purpurina… Outfit mucho más allá de las que ofrece el merchandising oficial, a unos 40 euros las más habituales.
Pantalones con la H y la S, de las iniciales del músico.
Ay, si los Héroes del Silencio levantaran la cabeza, porque Bunbury se empeña en trastocar y retocar el legado del grupo que llegó más lejos en el rock español.

A renglón seguido aparece la enseña española, que a algunos parece escocer, pero que es un estándar en las actuaciones que lleva a cabo Harry Styles a lo largo de los diferentes países en los que gira.
En la mayoría de ellos entusiasma la propia, no molesta… aquí está visto que sí.

En la fila de preferencia, que lleva al espacio front, están los afortunados y afortunadas que ven de cerca al cantante. Entre ellos está Lucy (así dice llamarse). Es una de las varias fans que interactuarán, en pleno directo, con Styles. Presenta 17 semanas de embarazo, y entrega a Harry un sobre en el cual se indica el sexo de su bebé. Ella no lo sabe, y Harry Styles es el encargado de darle la noticia.
Lucy tendrá una niña.

Mucha pluma, bastantes risas
Ya de camino al recinto, desde el metro, uno podía ver por la calle numerosas pequeñas plumas, que también estaban sembradas a lo largo del espacio donde actuaba Harry.
El outfit, como decía, demuestra que hay fiesta.
Uno de los presentes luce una camiseta de los Miami Dolphins con el Styles a la espalda.
Hay hasta un paisano con la zamarra de Rancid.
Gente inteligente, por lo que veo.

El desglose del repertorio persiste, y Harry Styles sigue demostrando que tiene mano para los idiomas: muy bien, muy bien, súperbien, apunta en un momento dado, en un gran castellano.
Más adelante, mientras da vida en el escenario al que probablemente es su mayor éxito hasta la fecha, As it was, apunta un «Perfecto», que desata una sonrisa general entre el respetable.
Todo ello partiendo de esas tosecillas que surcan buena parte de su actuación. Estamos a más de 30 grados en la capital madrileña y las noches en Hispania, como él dice, no tienen mucho que ver con las de la Vieja Raposa. Sin ir más lejos.
En un momento dado hasta suena September, de Earth, Wind and Fire. Tiene una auténtica apisonadora como acompañamiento Styles, que tras Late night talking da paso a nuevas imágenes de árboles, pajaritos, casas…

La estética Styles gusta. Tiene estilo este muchacho.
Leave America
Me dice mi hijo que las fans recriminan al músico que cada vez pase más tiempo en Estados Unidos, que buena parte de su gira transcurra en aquel territorio. El cantante deja claro que este tour está siendo especial para él, que nunca la olvidará, y que quiere buscar la fórmula para agradecer a todos los asistentes que le hayan arropado durante estos conciertos.
En As it was queda claro ese aviso, cuando muchos de los presentes gritan -un poco más alto- esa parte del hit en la que dice el Leave America.
No te irás a dormir sin saber algo nuevo.

Otro tópico en los conciertos del ex-One Direction es que le tiren cosas, y en ocasiones le den.
Algún pequeño percance ha tenido hace unos días, en Viena, al parecer.
En la interpretación de otro de sus mejores temas, Watermelon sugar, se ve a Styles esbozar alguna sonrisa cómplice al ver lo que va cayendo cerca -tal vez demasiado cerca- de él.
Pero lo bueno de los artistas que dejan a un lado aquel lema del Sex, drugs and rock and roll, aunque bordeen el género que más satisfacciones ha dado a occidente, es que son plenamente conscientes de dónde están, de que son unos privilegiados.
En mitad de Fine line Styles detecta que hay un desmayo en una zona del público, frente a él a la derecha.
Frena su actuación. Y la retoma al rato.
Tras eso, vienen los bises…
Que viene Medicine
Otro parón, en este caso, el obligado que conlleva despedida parcial sin encendido de luces, y arrancan los bises. Y una de las sorpresas es que Harry Styles interpreta Medicine, una canción de hace unos años, conocidísima entre sus seguidores, pero que no forma parte de ninguno de sus tres discos.
Sí está incluido en un LP Sign of the times, una de las mejores canciones que ha lanzado y que sorprendió al mundo, siendo uno de sus singles más largos.
No fue, por cierto, la mejor interpretada.

Falta en el repertorio, a mi entender, Falling, una espectacular composición del cantante que, por lo que sea, no entra dentro del catálogo elegido.
Una pena.
Kiwi, como marca la tradición, sirve para echar el cierre, con un público absolutamente entregado.
Viva Hispania, apunta, absolutamente emocionado Harry Styles.
Se cierra el telón.
Acaba el espectáculo. Empieza la aventura…
(te cuento por qué más abajo)
Lista de canciones
Daydreaming
Golden
Adore you
Keep driving
Daylight
She
Matilda
Satellite
Late night talking
Cinema
Music for a sushi restaurant

Treat people with kindness
What makes you beautiful (One Direction)
Grapejuice
Watermelon sugar
Fine Line
Sign of the times
Medicine
As it was
Kiwi
Hipocresía a cascoporro
Ya imagino que lo que voy a escribir a partir de aquí no será popular para más de uno/a/e de los que leáis estas líneas, pero creo que hay que hacerlo.
El resumen: He visto estercoleros más limpios que los accesos al Mad Cool.
Por suerte, a distancia.
El que pisé antes de llegar al recinto patrocinado por una gran eléctrica, lo tuve que ir sorteando como pude.
Como todos los que tuvimos que seguir aquella cola del front/back, en la que, por fortuna, alguno de los acomodadores, quiso llevar con humor y pudimos reír un rato.
Dicen las crónicas que durante nueve días las mayores fans de Harry Styles -a quien muchos aún recriminan que iniciara su andadura en One Direction, y previamente en un talent show que le unió un tiempo a sus compañeros y le lanzó al estrellato-, han esperado cola para estar en primera fila para ver a su ídolo.

Obviamente, no es cuestión de generalizar, porque no lo es, pero la generación Z y aledañas tiene un concepto de la ecología muy particular.
Mal los organizadores, por no colocar contenedores; peor -mucho peor- por los usuarios, por no organizarse para no provocar aquella imagen lamentable.
Bochornosa.
Allí pudimos contrastar los que ya peinamos canas, o directamente casi no peinamos pelos, que no hemos aprendido nada. O que lo estamos haciendo de pena…
En sus casas vale con que papa y mamá ordenen la basura, en cuantos más cubos mejor, pero cuando toca la responsabilidad de tener limpio el entorno, ahí, ahí hay muchos/as que os habéis lavado las manos y, por comodidad (o vagancia, directamente), habéis dejar el entorno como si hubieran abierto una planta de reciclaje, pero sin separar residuos.
Una pena.
Digo algunos, aunque, por el volumen de mierda presente, diría que una inmensa mayoría, si hacemos caso de la inmundicia que encontramos los que arrastramos nuestros pies por los polvorientos accesos al recinto de Villaverde.
En cuanto a la organización, que también tiene su ración: vasos a un euro, con grafismo sólo para un día… ¿Y los muchos que sobran? Somos la caña…
El summum de la hipocresía.

La organización, también lamentable
Siendo amables, diremos que lo de anoche fue una ratonera.
El Mad Cool es una fuente de turismo e ingresos para Madrid muy importante.
De hecho, lo que más de uno no sabe es que para obtener apoyos institucionales tiene que vérselas y deseárselas en más de una ocasión.
Pero que un certamen como ese -al que se acerca gente de toda Europa- ya haya tenido varios emplazamientos, en muy pocos años de vida, y siempre acabe con quejas de unos, otros y los de más allá, debería hacer reflexionar a más de uno.
Y me refiero, sobre todo, a instituciones.
Ayer el tránsito desde el metro de Villaverde al campo -al menos acondicionado y con césped artificial- fue surrealista, transitando el polígono industrial donde antiguamente estaba la colonia Marconi.
La ida, mal; la vuelta, lamentable.
Con una vuelta kilométrica, en la que parte del polígono se cortó, y que derivaba en uno de los accesos a las vías del metro y el cercanías, pero con unos tapones increíbles de gente…
Hubo quien pensó que acabábamos en Toledo… El concierto de ayer se conocía desde hacía muchos meses, como que se iba a celebrar el Mad Cool.
La solución normalmente tiene que ver con la planificación, y no la hubo como debería haberla habido.
Sí, de acuerdo, que éramos mucha gente, pero si se quiere, se puede.
Y cuando, además, faltan explicaciones, las cosas se complican, la gente se tensa, llegan los problemas…
Alguien debería reflexionar sobre todo esto.
Nota
8,8/10
Accede a otras crónicas de conciertos en nuestro blog musical y de canciones, Music and Rock.
Fotografías: Pablo Sánchez / Roberto Sanz / Luna Sanz
Gracias por comentar. Seguro que con el tiempo primará más la parte musical que la otra, pero lo que pasó es para que muchos reflexionen (o reflexionemos) 😉
Hola.
Me encanta la crónica,estoy de acuerdo con todo lo escrito. El concierto genial y el artista espectacular ,pero lo que pasamos alli esa tarde noche y la suciedad y el tiempo del recorrido fué inhumano. Enhorabuena a la crítica y gracias.
Gracias por comentar, Francisco. Creo que el sentir es común…
Hola, soy Padre de uñas de tantas Niñas que asistieron al concierto, concierto en si a la altura del artista ESPECTACULAR, pero la organización antes y después de dicho concierto LAMENTABLE e inhumano. No voy a contar lo que pasamos allí porque creo que ya lo sabemos pero espero que aprendan de estos y que un concierto de esta magnitud de un artista que arrastra muchas gentes pues que se hiciera y en un futuro se haga en otro lugar de Madrid que los tiene y ejemplo este mismo concierto se hizo en Londres en el ESTADIO de Wembley. Bueno saludos y es bueno aprender de los errores pero corregirlos.
Gracias, Virginia. La perspectiva de los años ayuda. Entiendo el pesar y el dolor de jovencitos que llevan mucho tiempo pensando en ver a su ídolo, que se encuentren con todo aquello.
Gracias por comentar
Me ha encantado la crónica. Solo puedo añadir que en ese espacio elegido, completamente plano y tan extenso (ya en el interior, claro, superado todo lo que has comentado sumado a que está en la peor ubicación posible) la mitad de la audiencia no vio absolutamente nada. Ni si quiera se alcanzaba a ver las pantallas. Estoy de acuerdo en que el sonido era bueno y menos mal porque para muchos si en lugar de estar el Sr. STYLES hubiera estado una cabra y en la pantalla videos de YouTube, habría dado igual. No se veía nada. Y lo peor no soy yo que ya tengo más años que la puerta… lo peor fue ver a un montón de peques llorar porque no le veían. Todas ataviadas para la ocasión, llenas de purpurina y plumillas, para ver a su chico y no pudo ser. Nosotras, que llevábamos una enfe en la pandilla, atendimos un par de desfallecimientos que más que por el calor, que madre mía pero normal en estas fechas, eran por estar tan agolpados intentando acercarse para ver algo… si que fue un desastre de organización partiendo de que ese lugar no es para este tipo de evento donde lo visual tiene tanto peso. Aunque digo yo: un par de pantallas laterales? Que me dices? No se trata de verle los lunares al cantante pero por lo menos ver algo del espectaculo a traves de la pantalla, habria estado bien… digo yo. La gente empezó a irse mucho antes de lo que cuentas, porque nosotras estabamos bastante atrás y lo veiamos, por muchas razones. Pero aunque muchos lo hicieran en previsión, que aun asi se comieron la romeria «post-concoerto» (la policia habia cerrado el acceso a cualquier tipo de transporte publico por seguridad), se iban embajonaos perdidos porque muchos, conseguimos ver algo a traves de la pantalla del movil del de delante que, por fortuna, tenia un buen movil y los brazos largos… Repito, me ha encantado la crónica. Un abrazo.