La hermandad de toda una generación se cita en Valladolid, pese a la pésima acústica del recinto
Hoy hablaremos de You fui a EGB Valladolid, la gira, en su parada en la ciudad del Pisuerga.
Lo que empezó siendo un blog, como el nuestro, ¡mirad en lo que se ha convertido!
Una cita con la nostalgia que recorre en 2023 algunas de las ciudades más importantes de España (Madrid, Zaragoza, Barcelona, Bilbao, Valencia, Almería, Murcia, A Coruña y Pamplona), y que se detuvo en Valladolid.
Aunque haya quien no lo crea, existe (más de) una generación que se crió sin pantallitas, enviando correos -pero postales-, a la que las colas -ayer fue larga, de 45 minutos, en nuestro caso- le servían para ponerse al día, o para cantar lo que se terciara… lo que hiciera falta.
Esa generación, amig@, que tiene por costumbre imprimir en papel las entradas cuando asiste a cualquier evento.
Ayer, un buen grupo de población de entre 30 y 60 años (calculando, con tiza de las de colegio) se dio cita en la Feria de Muestras de Valladolid.
Y, conste que, aunque hubo quien se pasó grabando todo el concierto con su teléfono -los menos-, el grueso del pelotón se divirtió coreando los hits que sonaban desde el escenario, así como los revivals que aparecían en las pantallas.

Para ser exactos, el evento tuvo lugar en la otra punta de la Feria de Muestras. Asaltamos toda una manzana al oeste de la ciudad de Valladolid, recorriendo diez minutos (de distancia, en condiciones normales) que separan un extremo del otro, cuando la organización no lo había notificado en modo alguno.
Cosas del directo. Supongo.
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Regreso al pasado
Rilke decía que la verdadera patria del hombre es su infancia. Yo añadiría que, también la adolescencia. Esa en la que sólo existen los amigos, la permanente fijación con las chicas, o los chicos, según los casos, y esa tensión insalvable de «déjame un poco más, que si no voy a llegar el primero a casa».
Por el escenario fueron asomándose clásicos de los 80 y los 90. Cuatro temas por grupo o solista, y entrega del testigo.
También, breves pero intensos tributos a grandes figuras musicales de la época, como Queen (Freddie Mercury), Michael Jackson o las películas Dirty Dancing o Grease.

El límite, Sabor de Amor y… llegó La Guardia
El primero que saltó a la arena fue Javier Andreu, de La Frontera. Sin Tony Marmota. Allí, el cantante de la voz profunda se subió al caballo del rockabilly para abrir el melón.
Y de su boca salieron las letras de su éxito más recordado, El límite, así como Juan Antonio Cortés, del disco que encumbró a su formación, La Rosa de los vientos, en 1989.
Tampoco faltó aquel recuerdo a un tipo de Cercedilla, protagonista de las andanzas de Judas el Miserable.
Javier Ojeda fue el siguiente en actuar. El líder de Danza Invisible acercó el mejor castellano de España, el de Málaga (sic) a Valladolid.
Enfilando los 60 años -en unos días cumple 59-, llevó su gracejo andaluz a Valladolid y abandonó el púlpito para interpretar algunos de sus temas junto al público presente, más de 5.000 personas según la organización.
A todos ellos acercó Por ahí se va y el mayor éxito de la banda de la costa del Sol, Sabor de amor.
A continuación, sin abandonar el country rock el turno fue para La Guardia. Manuel España, con su pelazo cano, comandó una vez más la formación que arrasó a principios de los 90, que volvió a sonar en Valladolid. Allí se escucharon algunos de sus hits, como Mil calles llevan hacia ti, El mundo tras el cristal y Cuando brille el sol.

Corbacho y sus cosas
«Probablemente seáis el mejor público de la gira Yo fui a EGB», reiteraba José Corbacho, presentador del evento, tras percatarse de la excelente memoria de los presentes, al interpretar a capella, y a voz en grito, algunos de los anuncios de nuestra infancia, como el de los bolis BIC, excelente instrumento para rebobinar las cassettes que plagaban nuestras estanterías.
Pero también aquella canción de El Almendro, en la que, yendo al turrón, se glosaba la figura del hijo pródigo. O, las muñecas de Famosa… El cola cao… ¡Que pretenders!
Una lección de presencia ante el televisor, que era nuestro nudo de conexión con el mundo.
Oye… ¡La cantidad de dibujos animados que había antes! En modo karaoke hicimos un recorrido por David el Gnomo, Heidi, Marco, La vuelta al mundo en 80 días (Willy Fog), D’Artacan y los tres mosqueperros o Campeones, aquella serie nipona en la que, como recordaba el presentador, podías pasarte un episodio completo viendo cómo llegaba el balón de área a área. Una técnica, por cierto, muy presente en las telenovelas (las de entonces, y las de ahora). Antes, venezolanas, hoy, turcas.
Tampoco faltó un recuerdo a el Un, dos, tres, probablemente el programa de entretenimiento más emblemático de nuestra infancia.
En aquellos intermedios para preparar la siguiente actuación, Corbacho sacaba maquinaria pesada. De manera que, en ficticios vinilos, pudimos escuchar canciones clásicas de artistas que, a buen seguro, en algún momento, a futuro, se pueden sumar a la gira. Alaska, Duncan Dhu, Camela, Joan Jett & The Blackhearts, Cyndi Lauper…
Muchos se dieron cita, aunque no fuera presencial, en esta parada de Yo fui a la EGB, en Valladolid.
Tam Tam Go, Burning y Vicky Larraz
Tam Tam Go, los extremeños que empezaron grabando en inglés, también tiraron de repertorio con canto asegurado, al arrancarse con su clásico de 1999 (¿ha pasado un cuarto de siglo?) Atrapados en la red.
Sorprendente que afinaran de la manera en que lo hicieron con aquella letra.
Un servidor, por entonces, apenas llevaba un año dándole a la red y aún recuerda aquel ruidito con la conexión… Ñiiiiiii.

En el escenario también sonaron los acordes de dos de las grandes canciones del pop español de finales de los 80 y principios de los 90, que abordaban, además, temas aún en boga, como la diversidad y la inmigración -migración, dicen ahora-, Manuel Raquel y Espaldas mojadas.
Temazos.
Y llegaron los maestros. Con Burning el tiempo se detuvo. Y eso que no era lugar para poner en escena uno de sus temas más colosales, que no sonó, como es Una noche sin ti.
Sí ejecutaron, además de una manera sobresaliente, otros de los grandes éxitos que una banda que siempre nadó contracorriente, pero a la que pocos pueden discutir su autoridad histórica en el crecimiento de la música de las últimas décadas en nuestro país.
Ni movida, ni movido…
Tal como contó Corbacho, desde La Elipa, los Burning ya daban guerra a mitad de los 70… Sonido estupendo el que salió de sus guitarras… Derroche de ganas.
Así, Que hace una chica como tú en un sitio como éste, Mueve tus caderas o Esto es un atraco atraparon al público vallisoletano.
Este segundo bloque lo cerró Vicky Larraz. La predecesora de Marta Sánchez en Olé Olé derrochó energía en lo que, según indicó Corbacho, es su gira de despedida.
Entre otros temas, puso en escena su Bravo Samurai, con el que representó a España en el Festival de la OTI de 1987, y el hit imperecedero No controles, que tanto suena a Mecano y es que… sí, fue compuesta por Nacho Cano.
Detallitos que tal vez ya no recordabas.

Sabrina ni papa de castellano y en playback
Más de uno aún vislumbra aquella nochevieja de 1987… cómo se le cayó la cuchara en la sopa, cómo abrió los ojos como platos o, cómo durante mucho tiempo, no se hablaba de otra cosa: sí, la teta de Sabrina.
La cantante italiana se paseó por Valladolid, dentro de la gira Yo fui a EGB, con algunos temas de baile -por ejemplo el Born to be alive, del francés Patrick Hernández, o el Call me, de Blondie, que interpretó (en su día, no ayer…) junto a otra vieja gloria del erotismo como Samantha Fox-, para dar paso a su hiperconocido Boys (summertime love).
Hubo quien, irónicamente, señaló que faltó algo, y no fue precisamente el exhibicionismo pechil de la intérprete.
Sí intentó levantar a la audiencia, pero tal vez no acertó en el modo.
Primero, porque la gente no se sabe más letra de su canción que Boys, boys, boys, boys, I’m looking for the good time, y segundo, porque llamó a un operario del staff que estaba pendiente del escenario, y el hombre, no sabía dónde meterse…

Los Manolos, Alejo Stivel, Orquesta Mondragón
El fin se va acercando. Pero lo cierto es que un espectáculo con el recorrido sentimental como el que vivimos ayer, podría durar horas y horas.
Por las tablas vemos a los catalanes más rumberos -con el permiso del fallecido Peret y de los faseros (entiéndaseme, seateros no sé si existe) de Estopa– interpretar aquel Amigos para siempre que, automáticamente, lleva a poner hombro con hombro a hombres, mujeres… y viceversa.
La exaltación de la amistad ya ha llevado a más de un asistente a abandonar la zona, con la policía municipal especialmente activa en las inmediaciones del recinto. Mientras tanto, Los Manolos, a lo suyo. Los autores de la revisión del All my loving de The Beatles, ya se ganaron hace 30 años al público español, en plenas olimpiadas de Barcelona.
Ayer, hicieron lo propio.
Esta gira, francamente, ha dado nueva vida a más de un grupo.
Nacha Pop finalmente no actuó en Valladolid. En su lugar, lo hizo el ex Tequila y Los Rodríguez Alejo Stivel.
Orquesta Mondragón, con el singular Javier Gurruchaga, también se ganó al público, a su manera. El en ocasiones excesivo intérprete vasco, que coronó más de una presentación televisiva en los 80 -ya sabéis, estábamos en pleno aperturismo en todos los sentidos-, llevó al público por su vereda gracias a temas como Viaje con nosotros.

Enfilando el final: Just dance
Escucha bien la historia que te voy a contar, la historia de un colega que es un loco terminal… Y se armaba la marimorena. El DJ Paco Pil, allá por 1994, en plena eclosión de La Ruta del Bakalao y siguiendo las enseñanzas del tipo que más hizo por el tecno español -aunque haya quien se lo siga tomando a chufla-, hablo de Chimo Bayo, dio con la tecla.
Ayer se pudo ver en Valladolid.
Como ,también, que hay canciones que no pasan de moda.
Que se lo digan a lo que queda de Boney M, una de las formaciones más sólidas en la música disco de finales de los 70 y principios de los 80 en Europa.
Mi hijo, de doce años, a quien llevamos al concierto, ciertamente, alucinó con la sensación de comunidad existente en el recinto.
¡Por muchas más EGBs!
Nota: Siento la calidad de las fotografías… Es lo que pasa, que crees que con el móvil vas a hacer unas buenas fotos, y nada como una reflex de las de antes 😉

Lo peor
La acústica. Horrorosa en el recinto. Cierto que cerrado, con el mayo que ha tocado, se estuvo mucho mejor, pero… Mal sonido. Ya ha ocurrido en ocasiones anteriores y, seguramente, existan soluciones.
Esa cola kilométrica que uno no esperaba ni por asomo, en el lateral de la Feria, donde vivimos las cuatro estaciones: frío, calor, sombra, tendido…
Lo mejor
Brutal la sensación de comunidad que teje este festival. Yo recordé aquel anuncio de Coca Cola de hace unos años que te comparto…
Entender que hay un lazo invisible con mucha gente que, con las circunstancias de cada cual, es una cosa que llena el alma.
Hoy, digan los que digan los que vienen detrás, no se saben ni una canción de series de televisión.
El momento Boli bic fue apoteósico, a mí se me saltaron las lágrimas. De la risa.
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