Incorporamos la lista de canciones con la que pusieron en pie a todo el estadio y dieron una nueva lección de vida y música
Hoy toca crónica del concierto de los Rolling Stones en Madrid. Vamos a ello…
En el 75 cumpleaños de Ronnie Wood, las luces estuvieron en todo lo alto, como el sonido de las guitarras de éste y Keith Richards.
El espectáculo arrancó con un audiovisual que sirvió para homenajear a Charlie Watts, el disciplinado batería de la banda durante décadas, que murió el pasado verano. Te echamos mucho de menos, afirmó Mick Jagger en un perfecto castellano.
Al ritmo de Street fighting man se rompió el atronador suspiro de las masas, 54.000 almas, ansiosas de ver a Sus Satánicas Majestades danzar bajo el abrasador anochecer madrileño. 24 grados a las 22,15 horas…
¿Expectativas? Las justas
Si bien, ¿cuáles eran las expectativas? Las justas, a pesar del abultado precio de las entradas, porque… qué puedes esperar de unos tipos que están más cerca de los 80 años que de los 70 cuando uno, con la edad que tiene -bastante menor que la suya-, ya ve asomar ciertos achaques.
Sin embargo, la vida da lecciones de honestidad, de alma y de eso que dicen los coachings: antes de hablar, hay que escuchar. Mucho. Para eso tenemos dos orejas y una boca.
Jagger y sus chicos hicieron un repaso soberbio a buena parte de sus temas más emblemáticos -un servidor soñaba con escuchar a grito pelado Ruby Tuesday o She’s a rainbow. Pero no-.
Fue un recorrido por varias décadas que, con creces, compensó aquella inversión inicial y tuvo como sorpresa la interpretación sobre un escenario, por primera vez en la historia de la banda, del tema Out of time, que publicaron hace nada menos que 56 años.
Sonaba a broma, pero así es.
O al menos, así lo reflejan sus perfiles de redes sociales los maestros que vimos sobre el escenario.
El talento se presupone
El talento en The Rolling Stones, como el valor en la Legión, se presupone, pero el sonido que salió de las guitarras de los dos astros que tiene en el escenario el grupo (Richards y Wood), como el que emitía la armónica de Jagger o el bajo de Darryl Jones, era gloria bendita.
Decibelios de amor al rock, el blues o el rythm and blues. Palabras mayores. No olvidemos tampoco al batería Steve Jordan, que no es precisamente un fichaje en el mercado de invierno. Ha soplado ya 65 velas e hizo vibrar al público en más de un momento.
El espectáculo fue notable, pese a que uno de los debe del lugar elegido para el show en España, en Madrid, tiene algunas zonas con una acústica penosa. Lamentable. Un servidor lo sufrió en el concierto que dieron Bon Jovi, sus cuerdas vocales y su actual banda allá por 2018.
En el tablao (que no era flamenco), un escenario con el clásico pasillo corredor para que Mick Jagger luciera piernas, con tres pantallas. Las dos laterales a modo de ventana, y la central, con una boca (como mandan los cánones), pero ladeada.

La banda más grande del mundo
The Rolling Stones publicó a mediados de los 2000 el disco A bigger band, una banda más grande. Después vendría una accidentada gira. Algo para olvidar.
A lo que vamos: que alguien pueda titular así un álbum desde la modestia (real), no está reservado a casi nadie. Esto no es como la soflama política del candidato de turno que lleva los aplausos asegurados en el mitin. No.
El público, asombrado por el poderío demostrado por la formación original, los cuatro puestos básicos de la formación (con los dos miembros fundadores que todos tenemos en mente, sí, Jagger y Richards, Wood y Jordan), pero también por los músicos suplementarios, ha tenido ramalazos porque los grandes clásicos de la banda sonaron a kilómetros del Wanda por el eco de los fans. La luz se apagaba con temas menos populares.
Lo que haga falta por ligar con el público
En el estadio del Atlético de Madrid, hemos podido disfrutar de los pinitos de Mick Jagger con el castellano. Aunque, bien visto: eso es lo de menos. Su entrega ha sido solventísima, en un espectáculo que iniciaron con quince minutos de retraso, a las 22,15 horas.
Por allí ha sonado Beast of burden, You can’t always get what you want o Living in a Ghost town. En esta última, Jagger tomó el control con su armónica. Alma de blues, que cantaran los valencianos Presuntos Implicados.
La sensación de poder sobre el escenario es asombrosa.
Qué ruido en Madrid, bromeaba Mick Jagger. Y yo recordaba a la francesa que me había dado el mediodía en el tren, o al alemán que hablaba a voces mientras acababa de rematar el día de trabajo en una cafetería… Madrid es una ciudad de acogida.
Tras aquella reflexión, el hombre que no dejó de serpentear en toda la noche, a quienes empezó a arengar fue a los presentes citando al Real Madrid y Atlético de Madrid, con los correspondientes aplausos y pitos.
Según el lado del tendido.
La cita sirvió también para que los presentes cantásemos el cumpleaños feliz de Wood.
Como si le conociéramos de toda la vida. O casi.

Nuevo contoneo de Mick Jagger.
Ya se sabe: moves like Jagger. Maroon 5 lo recitó en su día. Feat. Christina Aguilera.
El momento cumbre de la cita
Posteriormente llegaron Start me up, pero también Sympathy for the devil, uno de los temas más coreados por los fans de The Rolling Stones.
Apoteósis total. Almas vendidas al diablo.
No faltó tampoco, obviamente, Jumpin’ Jack Flash. Probablemente la canción de The Rolling Stones mejor interpretada por la banda en activo más importante del mundo. Que estuvo de vuelta, en todos los sentidos, en Madrid.
La pandemia -entiéndaseme- les ha sentado bien.
Tras el parón, llegó Gimme Shelter -en mitad de su interpretación la pantalla mostraba la bandera de Ucrania y el esqueleto de un edificio humeante- con un duelo de voces entre Jagger y la chica del coro (nada que ver con la película francesa de principios de los 2000).
Más leña al fuego. Combustible.
Mientras tanto, nos fijábamos en un helicóptero, en el cielo de Madrid, que, a buen seguro, filmaba el concierto, para dar paso al mayor clásico de la banda, el tema que ha hecho eterno al grupo londinense: Satisfaction.

Los deseados prolegómenos
Que levante la mano el asistente al concierto de anoche al que no le hayan dicho: ¡Pero si ya no son los Rolling, si el batería se murió el año pasado! Ya…
O aquella otra de… ¡No son los originales!
Punto 1. Charlie Watts ya no intervino en la última gira de la banda, y su fallecimiento a muchos nos pilló por sorpresa.
Punto 2. La formación original de la banda, que data de abril de 1962, estuvo compuesta por Mike Jagger y Keith Richards (los dos miembros fundadores incólumes -y mira que tuvieron épocas autodestructivas-), Ian Stewart y el malogrado primer líder y miembro del Club de los 27 Brian Jones.
Y ya, si has cogido el tren o el coche para desplazarte al Wanda Metropolitano (el Metropolitano, te corregirán los atléticos) desde Valladolid, me juego una cena a que también habrás escuchado la manida historia del cocotero.
Aunque aquella inoportuna caída de Keith Richards, en abril de 2006, no fue la verdadera causa de la enorme decepción que supuso la supresión del concierto programado en el José Zorrilla.
Una laringitis de Jagger dejó a muchos sin poder ver a la banda el 14 de agosto de aquel año.
A un servidor, conste que no, porque el trabajo de entonces no lo permitía. El actual, sí…
Seis décadas de trabajo, sexo, drogas y mucho rock and roll
Pero, al lío. Porque seis décadas dan para mucho. Pero, imagino -no he llegado a esa cifra de años, aunque al ritmo que voy dudo hacerlo-, conociendo el percal queda mucha cuerda entre los autores de It’s only rock and roll (but I like it). Ésta, por cierto, no la pusieron en escena.
Hasta dos décadas dan para mucho. Veinte años era lo que celebraban Jagger y sus muchachos en 1982, cuando organizaron aquel recordado concierto en el Vicente Calderón, que se llenó de globos y agua de lluvia, y provocó una comunión casi perfecta -según rezan las crónicas- entre músicos y públicos.

Que vivan 200 años, por favor
Pero lo de ayer, aunque pudiera sonar a despedida, no lo fue. La música de los Rolling Stones será imperecedera, aunque duela a esos reguetoneros de pacotilla que llevan esos microaltavoces que suenan infernalmente por las calles.
Los Rolling son más de visitar la única estatua dedicada al diablo en Madrid, que de hacer el ridículo a ritmo de ¿sonidos urbanos? Otro estilo. Por fortuna.
Y ese transcender en el tiempo, en las generaciones y probablemente durante los siglos, no es cosa de muchos.
Es algo solo reservado para los elegidos. Y The Rolling Stones entran en ese apartado.
¿De los Beatles o de los Rolling?
Sí, la pregunta tiene miga, es una constante desde hace seis décadas y, como siempre suelo decir, en estas bifurcaciones de amor/odio, que el marketing -fundamentalmente, el marketing- suele crear en torno a los grandes grupos de cada momento, ¿para qué elegir? De los Beatles y de los Rolling.
Para un servidor, desde una posición de forofo, no de músico, los de Liverpool están por encima del resto, pero para otros la técnica a la guitarra de Keith Richards o la ya ausente manera de llevar el ritmo de Watts es única.
Para mí, la capacidad y variedad compositiva de los Fab4 es algo casi inexplicable por la calidad de su obra. Pero… para gustos los colores.
Lo que sí es cierto, es que anoche vimos en el Wanda Metropolitano un espectáculo de los que gusta ver a todo aficionado a la música, y diría más: a todo el que tiene ojos en la cara.
El repaso por sus clásicos fue inexcusable, de Gimme Shelter a Jumpin’ Jack Flash pasando por Paint it black, secundado con esas versiones de sus propios temas que no pueden faltar.
Permíteme, ya a título personal, que pueda decir que ya me habré muerto habiendo escuchado una de las grandes canciones del siglo XX, estándar de aprendizaje para todo el que ha tenido una guitarra en sus manos desde mediados de los 60, que es (I can’t get no) Satisfaction.
Satisfacción de vivir.
Satisfacción de ver cómo se puede envejecer con dignidad, brío y maestría.
Que me quiten lo bailao. Que a The Rolling Stones, les quiten lo bailao.

En resumen
En resumen, de mayor quiero ser como los Rolling Stones. Al menos, tener su vitalidad.
Nota
10/10
Setlist del concierto
Street fighting man
19th nervous breakdown
Sad sad sad
Tumbling dice
Out of time
Beast of burden
You can’t always get what you want
Living in a ghost town
Honky tonk woman
Happy
Slipping away
Miss you
Midnight rambler
Start me up
Paint it black
Sympathy for the devil
Jumpin’ Jack Flash
Gimme shelter
(I can’t get no) Satisfaction

La gira Sixty
Con catorce conciertos, la gira Sixty acercará a Sus Satánicas Majestades por Europa en una celebración que, como vimos en Madrid, servirá para honrar como merece a Charlie Watts. Estas son las paradas programadas:
Junio
01 – Wanda Metropolitano – MADRID, España
05 – Estadio Olímpico – MUNICH, Alemania
09 – Estadio de Anfield – LIVERPOOL, Reino Unido
13 – Johan Cruijff Arena – AMSTERDAM, Países Bajos
17 – Estadio de Wankdorf – BERNA, Suiza
21 – Estadio de San Siro – MILAN, Italia
25 – American Express presenta BST Hyde Park – LONDRES, Reino Unido
Julio
03 – American Express presenta BST Hyde Park – LONDRES, Reino Unido
11 – Estadio Rey Baudouin – BRUSELAS, Bélgica
15 – Estadio Ernst Happel – VIENA, Austria
19 – Estadio Groupama – LYON, Francia
23 – Hipódromo ParisLongchamp – PARIS, Francia
27 – Veltins-Arena – GELSENKIRCHEN, Alemania
31 – Friends Arena – ESTOCOLMO, Suecia
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Fotografías: Roberto Sanz Soblechero/ Chema Sánchez
Gracias por comentar, Paco. Estamos de acuerdo, disfrutar las cosas con los que nos importa, sabe aún mejor.
¡¡Saludos!!
Soy Paco, de Valencia, y si desde que los vi por primera vez el 11 de junio de 1976 me dejaron marcado, en este concierto se han superado, vamos que no hay palabras para describirlo, y más aún disfrutando con tu mjer y tus dos hijas. un SUPERCONCIERTO.