El grupo liderado por Alex Kapranos se gana al público con un show eminentemente musical, sin estridencias, y con una revisión de buena parte de sus grandes éxitos
Crónica del concierto de Franz Ferdinand en Valladolid 2019. Ferias y Fiestas de Valladolid, 7 de septiembre.
Te facilitamos playlist con todas las canciones del concierto excepto una, Black Tuesday, nueva, que aún no está en plataformas de streaming.
Contenidos de esta entrada
- 1 Al lío
- 2 Pero… ¡Qué conciertazo!
- 3 The Dark of the Matineé
- 4 Walk away + Right action + Glimpse of love
- 5 Do you want to
- 6 Iluminando el amor
- 7 Los bises Un gesto con la primera fila
- 8 Los bises, con la bomba musical, Take me out
- 9 Cierre y sentadillas
- 10 La anécdota
- 11 Alguien con ojo en ese Consistorio
- 12 Meses después de la marejada
Al lío
Son las 22,55 y acabo de decirle a mi compañero de fatigas concertísticas que seguro que Franz Ferdinand se retrasan. “A ver si no van muy de sobrados y cumplen…”, repone Guillermo Barrón, que no es hermano de Chris, el de Spin Doctors, pero bien podría serlo. Un tipo que sabe de música lo que no está escrito y que está detrás del telón de ese canal superviviente que es Sol Música. Currante, y mejor persona. Si tienen un problema musical, no duden en consultarle.
La realidad es que acudimos con cierto reparo, casi con cuidado, al concierto gratuito que se ha programado en las Ferias y Fiestas de Valladolid, que ha recuperado sus conciertos internacionales tras apostar en 2018 por los muchachos de Operación Triunfo.

Pero… ¡Qué conciertazo!
De manera que, confiados en que nos tocará esperar, ni puntualidad británica, ni gaitas: los primeros acordes de los escoceses empiezan a atronar a las 22,59. Al aparato No you girls, una canción que formaba parte de su tercer disco, publicado en 2009, que ya nos va a dar pistas de un concierto memorable, con un sonido que, ni de lejos, esperábamos.
Es el primer punch, y el arte y la escena, al menos para mí, que los vi en 2005 como teloneros de U2 en San Sebastián -tras ellos tocaron Kaiser Chiefs,- no tiene nada que ver con aquello que sonó en el antiguo Anoeta. Agradable sorpresa.
Potencia, sonido, voz, estética milimétricamente calculada y una teatralidad digna de mención que han encandilado, en un total de 79 minutos -quitémosle dos por el trámite de los bises-, al numeroso público presente en el ágora vallisoletano.
The Dark of the Matineé
Y llega la primera traca mayor.

El 2004 fue un gran año musicalmente hablando, porque emergen The Killers, los propios Franz Ferdinand, Keane… Una buena hornada de grupos que, en mayor o menor medida, siguen dando guerra y que han dejado sonidos gloriosos, algunos presentes en este blog.
Fue entonces cuando despuntó el primer disco (homónimo) de la banda que lidera Alex Kapranos, que se despachó con un trabajo que de oscuro, como su portada, tenía poco. Aportaba una luminosidad apabullante a una industria musical que iba languideciendo en aquel entonces, y que hoy vive de los biopics de aquellos grandes grupos que, ¿nadie igualará?..
De ese LP se extraen canciones como ésta, The dark of the Matineé, segunda en sonar en la tarima vallisoletana, tras los pertinentes agradecimientos del cantante, que desde el minuto cero se ha propuesto decir bien Valladolid…
En total, en el show, escucharemos cuatro temas de aquel disco, pero se ha echado de menos alguna otra, como Jacqueline…
Walk away + Right action + Glimpse of love
Ya lo hemos dicho: Alex Kapranos tiene tablas. Muchas. Y se nota. Sí, porque, un concierto de apenas ochenta minutos a más de uno se le haría cortito. Se iría a su casa con el gesto torcido. Ceño fruncido. Habría quien pediría la cuenta, aunque en este caso no habría lugar. No debería.
Si bien, Franz Ferdinand sigue la doctrina Elastica, de la que también hablamos en Music and Rock. Aquella que dice que canciones cortas pero bien ejecutadas arrojan también puntería en la diana del público (y la crítica).
Pero el dominio del show y esa buena compenetración con los cuatro componentes actuales que le secundan en la banda que con él integran Bob Hardy, Paul Thompson, Julian Corrie y Dino Bardot, le permite llevar al público donde él quiere. Incluso cuando hace ese baile suyo tan peculiar -que nadie se me ofenda- al estilo baile de San Vito, o en plan gallo empotrador de las, hoy por hoy, famosas gallinas veganas.
Desfilan Walk away, Right action y Glimpse of love.
Estos tres no son temas abrumadores, pero sí han permitido al grupo acercarse -como dijo el líder de la formación- a “mis amigos de Valladoliiiid…”
Do you want to
Y llegamos a otro punto clave de la noche: suena la tercera canción más popular de la banda, Do you want to, primer single extraído de su segundo disco, You could have it so much better (2005).
Y el público, literalmente, se vuelve loco, con el chu churu churu ruru ruru (cual si estuviéramos tarareando nuestro himno), para regocijo de los del entarimado.
Reparo, una vez más, en la excelente acústica que hay hoy en la Plaza Mayor de Valladolid. Al menos en la parte delantera de la misma. Me dicen que atrás también se ha escuchado de lujo. ¡Así debería ser siempre!
El final de este tema, pone de manifiesto ese aspecto técnico en concreto.
Mucho aplauso, merecido aplauso.
Iluminando el amor
La parroquia de fieles situada en las primeras filas no para de mover el esqueleto (expresión viejuna, pero muy gráfica y resolutiva), de manera que los de Glasgow siguen interpretando éxitos de diferentes dimensiones, pero amamantados por los fans. Es el caso de Love illumination, Always ascending -así se titula su último trabajo, y éste fue su adelanto- o Lazy Boy, para regresar a Michael, presente en el primer disco que publicaron, hace ya la friolera de 15 años.
En contraposición, suena en la Plaza Mayor vallisoletana Black Tuesday, el nuevo tema que están poniendo a prueba Franz Ferdinand en una gira que hace apenas un día les había situado en Ucrania. Estos chicos no son flor de un día, y aquí la apuesta ha ido sobre seguro.
A renglón seguido tocan otro temazo, un single resultón que llevaba por título Ulysses, que abrió su tercer disco: Tonight: Franz Ferdinand. De nuevo, los integrantes del público echamos manos del “la la la la la”, que nada tiene que ver con el de Massiel.
También escuchamos Lucid dreams.
Los bises Un gesto con la primera fila
Llega el fin -primer fin- del show.
Y en su regreso, Kapranos pide a un aficionado del público, situado en las primeras filas, que muestre al resto de los asistentes lo que pone en el cartón que porta: son dos líneas, a rotulador, donde se lee Evil eye.
Es una de las canciones más destacadas de un LP de 2013 que pasó algo desapercibido: Right Thoughts, Right Words, Right Action. Yo sigo echando de menos Jacqueline.
Los bises, con la bomba musical, Take me out
Y llega la apoteosis.
En este blog hemos hablado de esta canción, y la hemos catalogado como una de las mejores de los últimos 15 años. Pero no sólo nosotros…
Take me out es mucho más que la canción que lanzó al estrellato a Franz Ferdinand. Es un himno de este siglo.

La crítica así lo apuntó durante la década pasada. Y el público lo ha vuelto a rubricar esta noche. Acompañando la soberbia canción, unos cuantos globos de grandes dimensiones, como también habían tenido los teloneros locales Sharon Bates -por cierto, muy buen directo (enhorabuena)- una hora antes.
En la Plaza Mayor de Valladolid vemos su interpretación, con tres guitarras, el bajo y la batería. Apoteósico, pese al lo lo lo loro lo lo lolo de casi todos…
Cierre y sentadillas
No hay que ser un lumbreras para saber que esto toca a su fin.
Llegan hasta nosotros pequeños globos con el logotipo de Valladolid (el moderno).
Ya suena desde el escenario This fire, otro torpedo en la línea de flotación que los muchachos de Glasgow escupieron al mundo en 2004.
¡Qué maravilla de disco, aquel, comprimido en 38 minutos!
El bajo destaca en esta canción.

Y, para acompañarlo, Kapranos, nos pide colaboración: como si de Jim Morrison se tratara en sus alocadas últimas actuaciones, nos pide que le recordemos the name of this band (el nombre de esta banda), tras lo que nos plantea, amablemente, sentarnos en el suelo (antes nos había pedido poner las manos en el aire, alguna que otra vez), y tararear lo que se le va ocurriendo.
Ya sabes, say hooo, ho, ho, ho
Acabamos. No sin que antes se produzca el pertinente lanzamiento de púas desde el escenario.
Son las 0:18.
Ellos se marchan a esos improvisados camerinos establecidos en el ágora.
Nosotros nos vamos con buen sabor de boca.
La anécdota
Venga, que nadie diga que soy un fraude.
Confieso, amigo Guille.
Del nombre de alguna de las canciones yo no me acordaba (¡muy fuerte!), y, como tuvimos delante a un joven que se sabía toda (podéis escucharle a la perfección en los vídeos que subí a Youtube), hay que reconocerle a él el mérito de la playlist.
Probablemente fuera el mayor fan de Franz Ferdinand en el mundo hispano. Sin exagerar.
Esto ha sido todo sobre el concierto, aunque aquí abajo puedes leer alguna reflexión más.
Nota: 9/10

Alguien con ojo en ese Consistorio
La venida de Franz Ferdinand supone un soplo de aire fresco en la Plaza Mayor de Valladolid. Más allá de clásicos contemporáneos. Y deja a las claras que, hay vida alejada de lo estrictamente comercial y aquello que marcan los managers y agentes del territorio patrio, alguien en el Ayuntamiento de Valladolid ha sido capaz de imponer su sabio criterio musical. Desde aquí, te aplaudimos.
Sí, porque estos cinco muchachos escoceses han abierto más de un festival de relumbrón (estuvieron presentes hace un mes y medio en Benicassim) y, por cierto, suelen estar listados en los más importantes, año tras año. Ciertamente, es un puntazo que actúen en las fiestas de una ciudad como Valladolid. Y gratis.
De hecho, hay cinco o diez grupos a los que nombras y al momento te viene el recuerdo de un festival. Es el caso.
Un acierto.
Más cuando un grupo que ni de lejos toca los “palos” -ejem- del reguetón, ha llenado hasta arriba el recinto cuadrangular, corazón de la capital del Pisuerga. Ciudad, por cierto, hasta la que, me comentaban, se han desplazado varios autobuses de diferentes puntos del país para ver a Franz Ferdinand. De esto se trataba.
Meses después de la marejada
De esto, ya casi ni nos acordamos.
Porque lejos queda aquella polémica que protagonizaba -una vez más- el mediático alcalde de la ciudad, Óscar Puente, con Rosalía -o su equipo en redes sociales– y su corte (tal cual) que, al parecer, pedían medio millón de euros por poner las patitas de la ya internacional artista encima del escenario que esta noche han pisado los que honran a Francisco Fernando, el archiduque austrohúngaro asesinado en Sarajevo, en lo que sería el desencadenante definitivo de la Primera Guerra Mundial.
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Gracias, Carla. Fue un concierto inolvidable, ciertamente. Gracias por tus palabras, que se agradecen, porque el postconcierto lo pasamos escribiendo, y no durmiendo jeje… ¡Saludos! Te animo a suscribirte al blog.
Felicidades por la crónica, comparto la opinión y las experiencias que se describen al 100%.Para mí un concierto que no olvidaré nunca ????