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The Weeknd se corona en Madrid como pastor de la nocturnidad con un show plagado de soberbia, que consolida su reinado en el pop16 minutos de lectura

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El artista desgrana en menos de dos horas sus múltiples éxitos con un público entregado a su música y a la búsqueda del personaje y su sonido

Te acercamos la crónica más concreta del concierto de The Weeknd en Madrid, del 18 de julio de 2023.

Pero… empecemos por el principio.

En febrero de 2021 despegó el cohete.

La fecha inicial en que pisaría España por primera vez iba a ser el 24 de octubre de 2022, pero The Weeknd se dio cuenta de la dimensión que estaba cogiendo su fama. 

La fama

Aquel show, que se iba a celebrar en Madrid, en el Wizink Center para más señas, se canceló, porque Abel Tesfaye ya veía que su recorrido era mucho mayor del inicialmente previsto.

Tipo listo.

Hoy, más de dos años después, hay que darle la razón. 

Simple y llanamente, la tenía. 

La ciudad del pecado está vacía…

Aterrizar en el Metropolitano no tiene nada que ver con hacerlo en el espacio Mad Cool. Por fortuna.

Y al acceder desde las gradas al parquet del antiguo Wanda vemos un escenario de tonos grises, que avanza la hecatombe. En este caso sólo es figurada.

Sin city is cold and empty… Suena en mi mente al verlo ese pasaje del tema que catapultó a la gloria de los tiempos a The Weeknd

La mejor canción de las tres últimas décadas, le digo en broma a mi amigo Roberto. 

En Madrid hace calor y el estadio está casi lleno. 

Unas 50.000 personas secundan al Tesfaye. 

Sin city is cold and empty… Ese es uno de los tramos más recordados de la canción más escuchada de todos los tiempos en Spotify.

Es Blinding lights, un tema del que hablamos ya aquí y que tiene algo de mágico e hipnotizador.

De amnésico y voraz.

Una triste píldora hacia la felicidad.

A nuestra izquierda está el escenario, en el que uno vislumbra el cinematográfico Empire State Building de Nueva York, pero también la torre CN de Toronto. 

La liaçon tiene sentido.

Ecos de silencio

A la derecha, una escultura gigante, que recuerda a aquella película de los otros tiempos -en nada cumple 100 años-, Metrópolis (1927), y que se pasará dando vueltas durante todo el concierto y emitiendo luces de colores, al compás lumínico de las pulseritas que nos entregan al inicio del show.

La estatua, firmada por Hajime Sorayama, representa al robot utilizado en el video musical grabado en el décimo aniversario de Echoes of Silence (2011), uno de sus primeros y exitosos mixtapes en el mundo de la música

La figura, la de The Weeknd, ha crecido muchísimo desde entonces. 

Es mucho más que su look modernista y extravagante. 

Mucho más que un falsete, es… una experiencia.

Un fin de semana perenne.

Sí, ya lo habrás leído, las pulseritas, al estilo de Coldplay en sus últimas giras. Más bien, la última. Te explico por qué: Son blancas e inservibles, por lo que si vas a ir a Barcelona o a otro concierto, te recomiendo, por muchas cuestiones, que las recicles a la salida.

No sirven para nada, como digo. Las que nos entregaron los de Londres en 2011 en el Calderón, aquel día lluvioso, con el logo de twitter, te sorprendían de vez en cuando iluminándose, dándote sustos de muerte. 

En general, vamos a peor en casi todo.

Luna y máscaras

Más al este vemos, en los prolegómenos del show, que se hincha una gran bola. Representa a una luna (obviamente, colgante) que, a los que estamos abajo, nos hace cierta gracia, pero me temo que ninguna a los que han pagado su entrada -poco económica, por cierto- para ver el espectáculo sentados en la grada central. 

La queja no es sólo de este concierto de Madrid, a lo largo de su gira ha habido quien ha puesto el grito en el cielo. Casi al estilo de The Weeknd.

El escenario es, como digo, colosal, y será el que recorran una y otra vez las 28 ¿bailarinas? que disponen el cuerpo de baile, aunque lo suyo no sea danza en sí, es algo intermitente, un desfile invisible a la vera del líder, un acompañamiento.

Nos recuerdan a aquellos vestidos de la película -estamos muy peliculeros, qué le vamos a hacer- Eyes wide shut, de Stanley Kubrick. Van a pasar calor. Más aún que el público asistente. 

Es otra noche de verano con más de 30 grados en Madrid. 

De vez en cuando se dejan notar ciertas ráfagas de aire -parece que impostado- que nos dan la vida.

La otra opción: cerveza a 12 euros.

Súper agente 86

El cantante aparece de la nada, como si de Polvo de Estrellas saliera. La gran ciudad grisácea queda a sus pies. No la olvidemos, porque va a tener protagonismo en el relato escénico

The Weeknd sabe lo que se hace. 

Le han comparado con Michael Jackson, con Prince, pero tiene claro quién es. 

Ni el uno, ni el otro.

El artista más escuchado del mundo -con más de 106 millones de escuchas al mes sólo en Spotify- aparece ataviado con una máscara gris, inspirada en MF Doom, que le acompañará la mitad del concierto

Madre mía, qué calor… Eso es amor al arte.

En ese primer momento, se presenta ante el respetable con un singular micrófono, con forma de rayo.

Empieza el show.

Son las 21,33 horas. Es 18 de julio. Aquello empieza a temblar, Dawn FM, la canción a la que puso señal horaria y voz el cómico Jim Carrey anticipa que nos espera una gran noche, a pesar de que el Metropolitano no está hecho para conciertos

Al menos, se deja ver mejor que el de Guns N’ Roses de hace un mes, en el que las guitarras distorsionadas sonaban como gatos malheridos. 

Uno no sabe hacia dónde mirar, porque The Weeknd ha dispuesto un escenario mastodóntico que recorre todo ese campo que se patean cada dos fines de semana los Griezman, Carrasco y compañía, para contento de la parroquia colchonera

Da comienzo la primera parada en España del canadiense, con sonidos de R&B, pero sobre todo mucha música que nos recuerda a aquellos 80 plagados de sintetizadores y a unos 90 que sombreaba el house.

¿Dónde está el cantante?

El espectáculo es The Weeknd, The Weeknd es un espectáculo.

Pero, en ocasiones lo perdemos de vista. 

Pero es igual: hemos venido a bailar. 

Unas pantallas laterales muestran en todo momento al cantante para quienes están más orillados. Pero tiene músicos situados en los diferentes puestos de la ciudad del pecado -como si aquello fuera un reino de taifas-, que en un momento dado, cuando arranca uno de sus grandes éxitos iniciales, The hills -si no lo conoces, te sonará por un anuncio de colonia-, se llena de humo negro. ¡Se quema!, se escucha gritar a la chica que tengo al lado. Lo parece.

A renglón seguido saltan al ya de por sí cálido ambiente madrileño unas llamaradas de fuego, como si fueran lenguas que nos advierten del fin del mundo. 

Pero el apocalipsis queda lejos. Guitarra, piano y batería acompañan solventemente al prior del escenario.

Seis días de montaje

La luna se sigue iluminando en este after hours móvil que, según me cuentan, ha tardado en montarse la friolera de seis días. Desde el día 12. La magnanimidad del espectáculo demuestra la ambición del sacerdote musical que nos ha congregado.

Las luces cegadoras vienen. El amanecer se aproxima. 

Vayamos adecentando la cama deshecha. 

El mayor éxito de su carrera, un LP con nombre de discoteca para taciturnos,  formaba parte de una gira que no se pudo celebrar por la pandemia. 

Se ha resarcido con este After hours til dawn Tour, que inicialmente nos puede hacer pensar que el fin puede estar cerca, en un mundo con temperaturas inéditas, que se empeña en comer fruta de temporada cuando no toca, o en tener comodidades de más y muchas veces sin uso, aunque no sean necesarias.

Nada más lejos de la realidad.

La semilla que te ilumina

Al son de sus canciones -algunas de las cuales han marcado época-, la luna cambia de colores, los accesos al estadio también, y la ciudad que nos arropa en el fondo del escenario recibe hachazos de luz que demuestran que el fin está cerca.

Pero, de pronto, suenan Can’t feel my face, Often, Starboy, After hours o I feel it coming -esa canción que habría firmado el mismo MJ-, y el letargo parece convertirse en posesión de los presentes, que se lanzan a mover las caderas, la tibia y el peroné, como cantara Olvido hace unas décadas. 

Otra movida.

Die for you, Call out my name siembran de baile el antiguo Civitas, donde aún esperan Save your tears, Less than Zero o Creepin’ -el tema que ha tomado prestada como base rítmica el Ready or not de los Fugees-.

Abierto hacia el amanecer

De modo que vamos caminando, con el prestidigitador que está en escena, abrazando parte de su ya amplia discografía, que se salpica de álbumes de estudio, pero también de incesantes colaboraciones, como las que el autor desgrana a lo largo de casi dos horas de concierto.

Entre el público, varias generaciones, todo tipo de estilos y bailes, similares al del chikilicuatre incluidos, y el ruido ensordecedor del principio da paso a una pista de baile conformada por decenas de miles de personas. Sobre el césped del Metropolitano el sonido se digiere; en gradas resulta un tormento. 

El artista confiesa que es su primera vez en Madrid, pero no será la última. 

Se le ha visto en la piscina de su hotel disfrutando del sol. 

Aquí acaba de quitarse la máscara y ahora aparece con ese gorro blanco que suele colocar en su cabeza y que a más de uno recuerda a otra cosa… 

Arrancamos la segunda mitad del concierto.

Objetivo: ser popular

Vamos terminando. 

Suena Popular, el tema con el que busca promocionar su paso por la serie de HBO que protagoniza -parece que con poco éxito- junto a la hija de Johnny Deep y Vanesa Paradis, otro clásico de los 90… 

Falta In your eyes, un tema a la altura de Blinding lights, con un soberbio solo de saxo, que se marca el acompañante del líder desde uno de esos puestos de trinchera en los que han sido colocados, en mitad de la ciudad devastada.

Es una versión reducida, un edit conciertero en toda regla.  Le da tiempo a dejar un cigarro momentos antes de iniciar su interpretación principal. 

The Weeknd los presenta, pero prácticamente no se le oye. 

Mouth to a flame, la mezcla que firmó el músico que nos ha convocado junto a Swedish House Mafia echa el cierre. 

Las llamas de fuego, por cierto, aparecen alguna vez más, y los que están más cerca del escenario lo notan. ¡Vaya si lo notan!

Ni bises, ni bisas. Hace mucho calor, nos ahorramos los trámites, que esto es un horno.

Esperamos varios minutos y las luces del Metropolitano se encienden.

El fin del mundo tendrá que esperar.

La nuestra, nuestra espera, mereció la pena.

Menos mal…

Abierto a todo tipo de interpretaciones

A lo largo de este tiempo, The Weeknd busca sobrevivir a partir de la música -esos primeros planos de las pantallas laterales-, mientras que la pasarela conduce a un escenario circular, como la luna que lo llena de colores.

La luz crepuscular que asoma en escena en algunos momentos, nos viene a indicar que no todo está perdido, la música disco vive, aunque lo vemos son imágenes que nos indican que la salvación es compleja. 

¿Qué representan todas esas bailarinas, vestidas de blanco? 

¿Por qué esos burkas en mitad del asador calor de Madrid? 

Parecen guardias imperiales que bailan al sol del sacrificado intérprete, que nos hace bailar al ritmo de su música y la luz de las pulseras LED de PixMob.

64 paradas, la segunda pata de su gira

Acabamos.

La segunda parte de la gira -por tierras Europeas y Latinoamericanas- se prolongará hasta octubre, y habrá completado 64 fechas. 

Pero más que un número, la hazaña servirá para confirmar un secreto a voces: aunque él se muestre reticente al éxito -como en su día hicieran otros, como Kurt Cobain-, The Weeknd está hecho para triunfar. 

No sé si en el cine -ha recibido durísimas críticas por su papel en The idol-, pero a la música, la ha aportado aire fresco, innovando, pero también retomando sonidos que sólo algunos maestros trabajaron como los italianos amasan la pizza.

Mike Dean y Kaytranada han puesto los aperitivos, pero sin más. No hay más que un puñado de fieles que los conocen al detalle, el resto del estadio se va asentando. Y de eso se trata. Porque la traca final durará casi 120 minutos.

Nota 

8,8/10

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Fotos: Santiago Lorenzo / Roberto Sanz / Chema Sánchez

Chema Sánchez

Soy Chema Sánchez, Chemartaco, periodista, músico frustrado y amante de todo lo que suene bien. Music and Rock es la web de análisis de canciones, críticas de libros musicales, entrevistas y crónicas de conciertos creada en noviembre de 2017. Con esta web he sido finalista en los Premios 20blogs de 20minutos en 2019 y ganador en la categoría "Blog Personal" en la XIV edición, en 2020. En 2021 el blog recibió el premio al "Mejor Blog" de los VI Premios Transformación Digital de Castilla y León. ¿Me acompañas? Contáctame en: musicandrock@musicandrock.com

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